Si estás criando un cachorro, tienes una ventaja que no puedes dejar pasar.
Una ventaja que afecta directamente a su capacidad para entablar relaciones con otros perros y otros seres humanos.
Me refiero al impulso para el juego.
Una de las herramientas innatas más útiles jamás premiadas por la selección natural.
A través del juego, todos los mamíferos de la tierra, incluyéndote a ti, tienen la oportunidad de ejercitar sus habilidades y comprender sus límites en una actividad libre de estrés.
Sin este instinto, los lobeznos no habrían aprendido a cazar ejercitando sus habilidades en la carrera, colaboración con el grupo, y por qué no, en la competición.
Este impulso interior pertenece a todos los perros y caracteriza especialmente la fase de "niñez" de tu cachorro.
Es la forma más inmediata de construir una relación basada en el respeto que te dará mucha credibilidad ante sus ojos.
Me explico mejor:
El deseo de jugar es un impulso muy fuerte, y es muy bueno que exista, pero si no le das oportunidad de ser expresado, tu cachorro buscará oportunidades autónomamente, y lo hará a su manera.
Tu tarea como propietario es evitar que se convierta en una MANÍA, y guiarla más bien a transformarlo en un DOTE.
Es inteligente anticiparse al problema y establecer reglas que eviten que este comportamiento pierda el control.
El juego necesita tener modales al fin de ser aceptado socialmente, y tú, se lo vas a “explicar” a tu cachorro.
Las condiciones importantes para definir son:
- Con qué objetos jugar
- Dónde jugar
- A qué jugar
- Cómo jugar
Cada raza y cada individuo es diferente, y a través de su forma de jugar podrás entender sus rasgos de personalidad.
Sin embargo, hay comportamientos extremadamente predecibles en base a la raza que hayas adoptado que empezaran a manifestarse alrededor de los 5 meses de edad.
Por ejemplo, supongamos que adoptaste un cachorro Rottweiler; es de esperarse que el juego de tipo competitivo sea una de sus primeras elecciones.
Su comportamiento no es malo de por sí, estamos hablando de una fuerte predisposición dictada por su memoria de raza, al final de cuentas, no es más que el sano deseo de ponerse a prueba.
Para evitar que lo reprima y acabe como una olla de presión víctima de sus impulsos, es importante que le ofreces desde el principio la oportunidad de desahogar sus instintos, pero con reglas.
Por ejemplo, podrías proponerle, antes de que lo haga él, el juego competitivo por excelencia: el tira y afloja.
Y a través de este juego:
- Habituarlo a aceptar el fracaso de buena forma
- Evitar que jale la ropa con los dientes como instrumento para aliviar sus ganas de competir
- Enseñarle que el juego tiene un fin que la mayoría de las veces depende de ti
- Usar su competitividad como una medio para fortalecer tu vínculo con el
Al hacerlo, haces de este juego una herramienta para relacionarse.
Y cuando tu perro encuentre un compañero con quien jugar, entenderá que debe buscar el consentimiento del interlocutor para iniciar el juego, jugar correctamente siguiendo algunas reglas y entender cuándo es el momento de terminar el juego y dejar de llamar la atención.
Si lo utilizas de manera correcta, el juego puede ser una gran herramienta para enseñarle a tu perro a relacionarse correctamente con los demás.
Atesora este concepto!
Paula Yarce - Dog Coach, Autora y Etologa